PROGRAMAS RADIALES - 15 de Enero 2006

02 - 15-01-06 luz+luz

  

Vida y muerte de las estrellas

 

Uno de los descubrimientos más grandes de la ciencia moderna ha sido que las estrellas (como las personas) viven solamente un período de vida cuantificable y luego mueren.  A pesar de que las vidas de las estrellas son enormemente mayores que el lapso de la vida humana, nosotros, los humanos, podemos conocer acerca de la historia de la vida de las estrellas estudiándolas en las diferentes etapas de su ciclo de vida, desde el nacimiento hasta la muerte.  Para ello se hace lo mismo que haríamos si tuviéramos que estudiar el ciclo de vida de los humanos en apenas dos o tres días, o bien, en dos o tres horas. El truco sería examinar tantos humanos de diferentes tipos como sea posible y luego deducir las etapas diferentes en nuestras vidas.  Por ejemplo, podríamos visitar una sala de maternidad, y ver a los humanos justo antes o después de nacer.  Podríamos, incluso, ver un nacimiento en progreso.  En el mismo hospital, podríamos ser testigos de las etapas justo antes y después de la muerte.  Al salir a la calle podríamos observar gente de diferentes edades: niños con sus padres, viejos con sus niños, adolescentes y adultos en varios grupos.

De la misma manera, los astrónomos deben examinar muchas estrellas buscando encontrar por lo menos una en cada etapa de la vida de las estrellas. Y haciendo exactamente eso, se han encontrado estrellas jóvenes, incluso cerca, podríamos decir, de la “sala de maternidad” de gas y polvo donde están naciendo.  También se han observado estrellas como nuestro propio Sol, que están en la estable, en la etapa “adulta” de sus vidas. Y a propósito, aprovechemos la ocasión para hacer la salvedad, de que debe saberse que un buen número de estrellas cercanas, similares al Sol, están rodeadas de uno o más planetas, de la misma manera como lo está el Sol nuestro. 

También se han visto estrellas gigantes rojas, en la llamada “crisis de la mediana edad”, que equivaldría al climaterio o menopausia en la vida de la mujer o la andropausia en el caso del hombre. Estas estrellas rojas se aprecian como si estuvieran hinchadas debido a los cambios profundos que se operan dentro de una estrella cuando alcanza la mediana edad.  Y se han estudiado también cadáveres estelares llamados enanas blancas y estrellas de neutrones, observándose los efectos posteriores de la muerte estelar.

El lento proceso de la vida y muerte estelar se ha deducido de agrupaciones de estrellas llamadas “racimos de estrellas”, que son aquellas que han nacido juntas y viven sus vidas como un grupo.  Un buen ejemplo de tales grupos es el hermoso racimo de las Pléyades, que pueden ser vistas en el cielo durante el otoño y el invierno.  En tal racimo, estrellas diferentes pasan a través de sus vidas a etapas diferentes, y nosotros los humanos, con los instrumentos ópticos que hemos inventado, como los telescopios, y otros que captan ondas de sonido, como los radares, hemos podido encontrar, observar y estudiar en estos racimos de estrellas, estrellas que comenzaron juntas, pero que ahora están en diferentes etapas de sus vidas.

Los cambios de cómo las estrellas viven sus vidas, pueden ser observados directamente en una clase especial de estrellas: las llamadas “estrellas variables pulsantes” como lo es la estrella del Norte o estrella Polar.  Esta estrella se expande y contrae en un estilo rítmico cada 4 días.  Pero mientras se infla lentamente con la edad, se vuelve más grande, y la expansión y contracción toman, cada vez, más tiempo.

Al observar las estrellas en sus etapas diferentes y estudiarlas, también al mismo tiempo simulando su comportamiento en computadoras de alta velocidad, se ha demostrado que las estrellas evolucionan, pasan de una forma a otra –de jóvenes energéticas, a adultos estables, a gigantes inflados hasta que mueren y volverse un cadáver. También se ha observado (porque algunas estrellas explotan) que nuevas generaciones de estrellas incluyen algunos de los materiales producidos por generaciones previas y que el número de átomos cada vez más complejos en el Universo, está lentamente creciendo.

El hombre cuenta hoy, con evidencia muy exacta de que nuestro Sol (con sus planetas) no estaba entre las primeras estrellas que el Universo produjo, sino que se formó más tarde de materiales enriquecidos por las muertes de generaciones previas. El dato de que la evolución de las estrellas gradualmente cambia la estructura del cosmos, ha sido clave para el avance de la astronomía de hoy en particular pero de toda la ciencia de la evolución en general.  El saber que las estrellas no son meros telones de fondo para nuestra existencia en la Tierra, explica en gran medida que criaturas complejas como somos nosotros pudiéramos haber evolucionado en la Tierra, pues contamos con los materiales de las anteriores generaciones de estrellas que contribuyeron a la llamada “piscina de elementos” cósmicos. Estos datos, como todos a los que hemos hecho alusión, los obtuvimos del documento elaborado por la Sociedad Astronómica Americana, documento que constituyó una declaración formal de parte de los científicos estadounidenses en defensa de la ciencia de la evolución ante la campaña orquestada en su contra por los fundamentalistas cristianos de ese país, publicado en el portal de Internet “Sindioses”.

El Sol mismo no durará tampoco para siempre, sino que algún día morirá.  Se expandirá eventualmente, se irá enfriando y hará la vida como la conocemos hoy en la Tierra imposible, cosa que sucederá independientemente de lo que los humanos hagamos; claro, que para esa época es posible que nuestros descendientes, desde mucho tiempo antes, se hayan ido a residir a otro vecindario, pues a pesar del oscurantismo, la superstición, la ignorancia, la explotación de unos humanos por otros, la humanidad en su conjunto no deja de avanzar, y a juzgar por los conocimientos que hoy tiene del Universo y la vida a través de la ciencia, las posibilidades de hacer esto son reales.


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