Religión

Las Cruzadas Cristianas

 

Iniciamos una serie donde elucidamos aspectos relacionados con el tema de las Cruzadas o guerras "santas" cristianas iniciadas en el siglo XI, semejantes a las "Jihad" musulmanas llevadas a cabo desde el siglo VII hasta nuestros días.

Las Cruzadas fueron expediciones militares de conquista y colonizadoras con fines económicos de los países de la Europa feudal occidental sobre los países del Este del Mediterráneo, incluyendo el Medio Oriente, vestidas o camuflageadas, dichas expediciones de conquista y colonizadoras, con un ropaje religioso.

Se trata de un tema, este de las Cruzadas, que reviste importancia porque, se equivocan, o bien lo hacen por ignorancia perversa, los que quieren seguir viendo en las guerras y conflictos religiosos contradicciones relacionadas con las interpretaciones religiosas o fantásticas de uno y otro bando, y no que, esos conflictos y confrontaciones, son la expresión que adquirieron y adquieren, en un principio, los pujantes movimientos políticos modernos dada la estructura feudal de la sociedad en que se desarrollan.

Así, las Cruzadas del siglo XI formaron parte de las constantes guerras entre potencias cristianas y musulmanas por el control del Mediterráneo, una pugna que había comenzado con el ascenso del Islam en el siglo VII, y que ha continuado hasta el presente.

 

I

 

Jerusalén: Tierra Santa cristiana en base a una herejía

 

Jerusalén, igual que hoy en el conflicto judeo-palestino, fue el centro de gravedad de las Cruzadas, o sea, de esas acciones de conquista y colonizadoras.  Jerusalén, es considerada ciudad sagrada para los cristianos como lugar de la crucifixión y sepultura de Jesús; esto por un lado, ya que del otro, según la misma teología cristiana, Jesús después de muerto crucificado habría resucitado y ascendido a los cielos. 

En torno a esto se desarrolla un significativo conflicto que fue motivo en los primeros siglos de la era cristiana de cruentas luchas y que aún hoy en día se mantiene. Los conflictos se centran respecto a si Jesús ascendió en cuerpo y alma al reino de los cielos, o si lo hizo sólo su espíritu siendo Jesús en realidad un Eón. El nosticismo denomina eones a seres superiores, igual a como lo formulan los seguidores del maniqueísmo, derivados de dios e intermediarios entre dios y el mundo. Ese Eón ocupó un cuerpo de humano (el de un judío llamado Jesús, según ellos), en determinada etapa de la vida de éste (a los doce años según la leyenda sobre Jesús), adoptando la condición humana como un estado transitorio y la cual abandonó poco antes de morir, por lo que efectivamente el cuerpo del que llamaban Jesús fue muerto y sepultado, pero su espíritu de carácter divino, habría ascendido a los cielos.

Por su parte, la corriente cristiana llamada docetista (del griego dokein, "aparentar", "parecer") se sustenta sobre el argumento de que el cuerpo de Jesús sólo aparentaba ser humano o hecho de igual materia que el de cualquier otro ser humano, que la carne del "señor" estaba hecha de alguna sustancia celestial, o tal vez no era materia siquiera, sino apariencia fantasmal. En muchos casos las creencias docetistas derivan de la convicción de que lo material es vil y bajo indigno, por consiguiente, de servir como vehículo a una entidad divina.

Conforme la discusión se iba desarrollando, concretando la doctrina durante los primeros siglos de la era cristiana, el docetismo quedó relegado a título de herejía. La ortodoxia subraya que Jesús fue un ser humano completo, y también completamente divino, esta es la llamada fórmula de la "consustancialidad"; que ascendió en cuerpo y alma a los cielos, justificando así, entre otras cosas que el llamado santo sepulcro esté vacío.

No está demás, antes de continuar formularles a ustedes la pregunta ¿y qué creen ustedes al respecto?

Pero continuemos.

En el siglo IV cuando la religión cristiana empezaba a ser reconocida y cuando todavía no estaba fijada la interpretación doctrinal de la naturaleza divina, esta fórmula de la "consustancialidad", base de la llamada santísima trinidad, se enfrentaba al arrianismo otra corriente cristiana que planteaba una fórmula más inteligible y atractiva que la de la ortodoxia para muchos paganos. El arrianismo decía: el hijo de dios llamado también el logos, el verbo, es un mediador entre dios padre y el resto del mundo creado, es una creación de dios. Por lo tanto, si dios es eterno su hijo no lo es. Entre otras cosas esta fórmula si justificaba una tumba.

En la hoy muy importante disciplina conocida como exégesis histórica que se ocupa del estudio histórico de los parajes, hechos, lugares bíblicos, etc. se ha establecido que en Jerusalén existió el llamado pozo de la infamia o de Arimatea que era el lugar o fosa común donde eran arrojados los cuerpos de los crucificados antes del amanecer como establece el Deuteronomio en el artículo 21, versículos 22 y 23, y de ahí la probabilidad segura de que el lugar que los cristianos occidentales honraran y adoraran como el santo sepulcro no fuera más que el pozo de la infamia, cuyo guardián fuera José de Arimatea, esto es, José el guardián del foso común de los crucificados e indigentes muertos en las calles de la Palestina de aquella época.

Pero la exégesis histórica nos aporta algo más. El emperador romano Juliano (361 a 363), sobrino de Constantino, llamado el Apóstata por los cristianos porque había abjurado de esa religión (apostasía), fue el último emperador pagano, éste intentó restablecer la tolerancia religiosa y negó el apoyo de las fuerzas imperiales a algún grupo religioso en particular. Cuando ascendió al trono quiso poner fin a los constantes alborotos y linchamientos que se producían en la lucha entre facciones cristianas. Prohibió la enseñanza pública del cristianismo y favoreció los nombramientos de paganos para los altos cargos.

Fue este Juliano, llamado por los cristianos católicos el Apóstata, quien ordenó recoger todos los restos y osamentas humanas o de animales que encontró en el lugar que los cristianos decían estaba situado el santo sepulcro, que fueron muchas ya que se trataba del pozo de la infamia descrito anteriormente, y los mandó a quemar en una gran fogata esparciendo las cenizas por el desierto, con lo que hizo desaparecer el santo sepulcro cuyo supuesto rescate, unos siete siglos después, constituyera la justificación de las cruzadas. 

Después de la victoria del emperador Constantino I, en el año 313 de nuestra era, contra su adversario Magencio, que hacía sacrificios a los dioses paganos pidiéndoles que sostuvieran su ejército, mientras, Constantino, a pesar de no ser cristiano, decidió que fuera el cristianismo el que sostuviera el suyo y mandó a inscribir en los estandartes de sus tropas la divisa de cristo y la frase "con este signo vencerás", éste promulgó el Edicto de Milán en ese mismo año, que reconocía el cristianismo en el mismo grado que las demás religiones.

 

II

 

De cómo Jerusalén se erige en centro oficial de peregrinación

 

Desde el reinado del primer emperador romano cristiano, Constantino I (312-337), Jerusalén fue erigida oficialmente en un centro de peregrinación, y se erigieron allí iglesias que conmemoraban los principales pasajes de los evangelios, como la iglesia de la anunciación o de la natividad.

Aunque Constantino en el Concilio de Nicea (325) desterró a los arrianos, en los años siguientes a la decisión de Nicea los arrianos lograron recuperar posiciones y a la muerte de Constantino, que dicho sea de paso fue bautizado antes de su muerte en el 337 por un sacerdote arriano, los tres partidarios más destacados de la doctrina oficial habían sido depuestos y reemplazados por arrianos.

Ya dijimos que el arrianismo era más comprensible para los paganos pues guardaba parecido con la filosofía neoplatónica del último paganismo, en la que tal vez halló una de sus fuentes, y es consecuente con esta interpretación arriana, que se hablaba de un santo sepulcro en Jerusalén y se justificaban las peregrinaciones a Jerusalén y fue erigida esta ciudad centro de peregrinación como señaláramos anteriormente, lo cual se mantuvo y mantiene, a pesar de que la doctrina arriana fue considerada herética y sus partidarios perseguidos, diezmados y muertos desde la época en que Agustín de Hipona dispusiera el inicio de las cruzadas inquisitivas respecto a la herejía. La validez de la tesis de Agustín de Hipona y sus cruzadas inquisitoriales es un tema que prometemos abordar cuando tratemos el tema de la inquisición.

Para el siglo X, aunque dividida política y culturalmente, Europa occidental estaba unida por su pertenencia a la iglesia católica bajo la dirección del papa, que sustentaba su dominio sobre todo lo que fuera parte del Imperio Romano en base a las falsas decretales.

¿Qué son y qué fueron las falsas decretales? Ya en otra entrega daremos detalles mayores sobre ellas.

El peregrinaje para expiar las culpas encajaba perfectamente con la necesidad de conocer nuevos lugares en donde poner la mira ambiciosa de la conquista y la rapiña.

La iglesia enseñaba y predicaba un ideal de santidad basado en la renuncia del mundo, el rechazo de la propiedad individual y del éxito mundano, la observancia de la castidad y la subordinación de la voluntad individual a la enseñanza de los evangelios. Estos ideales contrastaban fuertemente tanto con el lujo del papado como con la violencia que prevalecía en gran parte de la sociedad feudal occidental (que incluía a casi la totalidad de los propietarios de la tierra) que eran en su gran mayoría obispos y arzobispos cristianos y esto explica la envoltura religiosa de las continuas guerras de rapiña imperantes en Europa. En tales condiciones, los guerreros en particular encontraban muy difícil el vivir según se ha planteado.

Así, las peregrinaciones supusieron una solución parcial a dicho problema. El peregrinaje no era un elemento obligatorio de la observancia católica cristiana, pero suponía un cierto grado de abnegación, y en ese sentido encajaba perfectamente con el ideal contemporáneo de santidad que no requería un cambio de vida permanente, pero también encajaban con la necesidad de conocer nuevos lugares en donde poner la mira ambiciosa de la conquista y la rapiña.

El Imperio Romano tras su desarticulación por las invasiones de los bárbaros junto a la lucha de los esclavos y colonos, conllevó a que existieran dos centros de mando del cristianismo, a saber: el de Bizancio y el de Roma.

 Bizancio cayó como lo hiciera Roma, y se creó un vacío relativo en lo que respecta a la hegemonía del teocratismo occidental sobre el mundo conocido. Y es en esa coyuntura donde se produce el sincretismo que da origen al islamismo, que viene siendo para el oriente su interpretación del judaísmo, en tanto el cristianismo es la occidental del mismo judaísmo.

En el 638 fue conquistada Jerusalén por el califa Omar, sucesor del profeta Mahoma (570-632) fundador del Islam.

Por su parte, los musulmanes, al igual que los cristianos consideraban a Jerusalén una ciudad santa, pues su profeta Mahoma después de morir había sido trasladado allí por el arcángel Gabriel en un "viaje nocturno", allí habría hablado con los profetas que le habían precedido, y, finalmente, desde la "Roca" había ascendido hasta el trono de Alá en el paraíso.

Los seguidores de Mahoma identificaron la explanada del Templo de Herodes como el lugar donde ocurrieron estos hechos, y allí construyeron el santuario de la Cúpula de la Roca y la mezquita de al-Aqsa.

De acuerdo al Islam, Mahoma consideraba que Jesús y todos los profetas antiguos habían recibido y enseñado la misma revelación que él, pues el Islam era la verdadera religión, pero los cristianos habían introducido muchos errores en sus enseñanzas y habían terminado convirtiendo el cristianismo en una religión pagana y politeísta (Corán, Sura V, 116).

Por todo eso y por la tolerancia característica del Islam hacia las creencias religiosas que como él tenían sus raíces en el judaísmo, cosa que acontecía con el cristianismo, las autoridades musulmanas permitieron a los cristianos mantener sus iglesias, permitieron libertad de culto y condenaron las conversiones forzadas, no obstante, los cristianos tenían que pagar un impuesto por su condición de distinta religión, estaban discriminados en relación a una serie de actividades como la de montar caballo y les fue prohibido, bajo pena de muerte, criticar la religión musulmana o intentar conseguir conversos al cristianismo entre los musulmanes, esto es, se le prohibía la labor de zapa. Sin embargo, permitieron que los peregrinos cristianos continuasen visitando Jerusalén y Tierra Santa, aunque pocos cristianos occidentales continuaron haciéndolo antes del siglo X.

Pero para el siglo X, como veremos en la próxima entrega, la Europa occidental comienza a tener motivos para volver la mirada hacia oriente, y entonces se ponen de moda las peregrinaciones, sobre todo, al llamado santo sepulcro de Jerusalén, aunque su justificación como lugar santo esté sustentada en el arrianismo herético.

 

III

 

Porqué Europa occidental comienza a tener motivos para volver su mirada hacia Oriente

 

En nuestra entrega anterior finalizamos diciendo que la justificación para  las peregrinaciones al llamado Santo Sepulcro de Jerusalén como lugar santo, estaba cimentada en el arrianismo, corriente cristiana considerada herética por los llamados ortodoxos. ¿Pero quienes son los ortodoxos y quienes los heréticos?

Por eso, antes de examinar las razones que provocaron que Europa occidental en el siglo X comenzara a tener motivos para volver su mirada hacia oriente, lo que posteriormente culminaría en las acciones bélicas de conquista y saqueo que serian las cruzadas, o dicho de otro modo, antes de conocer cuáles fueron las circunstancias de orden económico, social y político que determinaron las cruzadas cuya historia es el tema de esta sección, vamos a responder esta interrogante.

La palabra herejía proviene de la palabra “hairesis”, que significa, sencillamente, la creencia elegida por un individuo o una secta; herejes eran, pues, todos, puesto que cada uno tenía su particular opinión, y esto, el tener una opinión, es lo que significa el término herejía, de modo que en su origen la palabra herejía no tenía ninguna connotación peyorativa.

En aquellos primitivos tiempos, sin embargo, algunos cristianos haciendo gala de su intolerancia que como se ve es, por decirlo así, parte consustancial del cristianismo, es sangre de su sangre y por tanto, la intolerancia, ha sido una práctica desde los inicios mismos de la religión cristiana, comenzaron a condenar a quienes profesaban opiniones religiosas diferentes de las suyas. Pablo de Tarso, en su carta a los gálatas (5, 19-21), incluye la herejía con relación al cristianismo en una lista de lo que llamaba "obras de la carne", junto a la lujuria, la impureza, el desenfreno, las borracheras, etc. Es así, como con los cristianos la “hairesis” o herejía empezaba a significar una elección equivocada, tanto que compromete la salvación del alma.

Ahora bien, como se ve la herejía tiene que tener una contrapartida con relación a la cual se diferencia, es herejía, y ésta sería entonces la ortodoxia. En consecuencia, como dice Leonard George en su "Enciclopedia de los herejes y las herejías" por lo general la ortodoxia la determinan los que tienen mejor armamento.

Dentro de los cristianos son heréticos los cristianos que difieren de la ortodoxia en puntos básicos de la doctrina, especialmente la naturaleza de dios en tanto que trinidad, la naturaleza de cristo como plenamente humano y plenamente divino, etc. de ahí que la ortodoxia cristiana católica romana considerara el arrianismo, el docetismo, el donatismo, el luteranismo, etc. como herejías.

Del arrianismo y del docetismo hablamos en la entrega anterior y el luteranismo será tema a desarrollar de manera especial en otros trabajos.

No obstante, para poder recrear de la manera más multilateral posible los antecedentes de las cruzadas nos faltaría, por lo menos, algunas pinceladas referentes al movimiento donatista considerado el primer cisma o separación de un grupo numéricamente importante y por tanto una de las herejías principales del cristianismo.

Veamos pues. En el 311, los católicos nombraron obispo de Cartago al católico Ceciliano. Un grupo de obispos de la región en donde se encontraba asentada esta ciudad, región que no es otra que el norte del Africa, que incluye toda la costa de éste continente bañada por el Mar Mediterráneo, se negó a reconocer el nombramiento de Ceciliano porque éste obispo había renegado de su fe durante un período de persecución y nombraron en su lugar a Maiorino, quien al fallecer fue sucedido por Donato y bajo su dirección grupos armados con palos desalojaron de las instituciones a los ortodoxos o católicos romanos.

El donatismo fue un movimiento donde se combinaron los sentimientos nacionalistas, el rencor de las clases oprimidas y la hostilidad contra los romanos. Una vez más, queda evidente como las luchas políticas, reflejo de la lucha entre las clases, de la lucha entre los opresores y los oprimidos, se revisten o camuflagean con el ropaje religioso.

La oposición contra los donatistas arreció en tiempos del emperador Constantino I, cuando se produjo la alianza entre la iglesia católica y el estado policial romano.

Agustín de Hipona, más tarde llamado "martillo de los donatistas" y quien los declaró heréticos, se opuso especialmente a la costumbre donatista de admitir esclavos. Agustín de Hipona decía: "¿Qué amo podrá dormir tranquilo y sin temer a su propio esclavo, si éste se acoge a la protección de los donatistas?". Expresión significativa ésta que revela a las claras hasta qué punto los intereses sociales y económicos de las clases dominantes explotadoras se habían identificado con los de la estructura de poder en el seno de la iglesia cristiana católica desde las etapas más tempranas de su evolución.

En coherencia con su postura de repudiar a los clérigos apóstatas, es decir, que renegaron en algún momento de su fe o violentaron los principios del cristianismo, los donatistas decían que la verdadera iglesia católica se reducía a la comunidad de cristianos moralmente perfectos y que por tanto no podía serlo la de Roma, que admitía a sacerdotes corruptos y se aliaba con el gran opresor, refiriéndose a Constantino; y sustentaban, como consecuencia de esta postura  contra los clérigos apóstatas, que la validez de los sacramentos dependía de la pureza moral del sacerdote que los administraba, doctrina más tarde conocida como la de "ex opere operantis".

Por su parte, Agustín de Hipona, uno de los principales artífices de la doctrina oficial de la iglesia cristiana católica, desarrolló una teoría sobre la administración de los sacramentos para oponerla a la donatista llamada "ex opere operato". De acuerdo a la doctrina de este doctor de la iglesia, si la celebración de un sacramento es formalmente correcta sirve para transmitir eficazmente la gracia de dios, no importa cuales sean las cualidades morales del oficiante.

Esta doctrina no muy alejada de la noción agustiniana de la predestinación, no sirvió precisamente para fortificar la resistencia moral de los sacerdotes frente a las tentaciones, sino todo lo contrario, tal indulgencia más bien contribuyó a los excesos de corrupción clerical que más tarde sería el motivo argumentado para la ruptura de la iglesia y la reforma, corrupción clerical con la que ha cargado la iglesia cristiana católica hasta nuestros días.

Este punto de vista agustiniano es el punto de apoyo que sostiene entre tantas otras cosas, la argumentación del actual papa Wojtyla o Juan Pablo II para no retirar a los curas pedófilos del ejercicio sacerdotal y encubrirlos ante la sociedad, los tribunales, la ley y las cárceles, lo que ha acarreado controversias profundas no sólo entre el clero y la feligresía católica sino también con la opinión pública en general en todo el mundo. Los escándalos de los curas en Boston, Estados Unidos, los del llamado padre Tato en Chile, el del cura Domingo Espinal en República Dominicana son unos cuantos ejemplos de convictos y comprobados pedófilos depravados que a pesar de ello la iglesia católica no los ha separado de sus filas.

Pero la controversia con los donatistas en época de Agustín de Hipona tuvo todavía otras consecuencias más siniestras. En el calor de las disputas, Agustín de Hipona llegó a la conclusión de que los actos de violencia organizada, sin exceptuar la tortura, eran instrumentos legítimos de la ortodoxia contra sus oponentes los herejes, y esta idea desarrollada en forma de argumentación teológica fue la base para justificar todo tipo de supresión violenta de las herejías, entre ellas la inquisición. Por eso era que decíamos en la entrega anterior que Agustín de Hipona doctor de la iglesia fue quien inició las cruzadas inquisitoriales contra la herejía, legado letal que conservan la iglesia católica y todas las cristianas hasta nuestros días.

Pero bien. Retomando el camino de los peregrinos cristianos de Europa Occidental hacia Jerusalén, y veamos cuáles fueron las circunstancias de orden económico, social y político que provocaron que a partir del siglo X se incrementara este peregrinaje, y que posteriormente se organizaran las cruzadas.

 

 


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